Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Cada gesto suyo era pura maestría y sofisticación técnica, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como https://alyssareud594207.blogacep.com/44019362/la-historia-detrás-del-cabezazo-de-zidane-a-materazzi